1. Aprende el patrón de respiración y manteniendo el patrón adopta la velocidad con la que te sientas cómoda/o. El caso de la respiración relajante, tiene que ser un reto de concentración y no un esfuerzo físico para mantener el ritmo de la persona que está guiando la práctica. No deberías sentir que te falta el aire en ningún momento. Sería correcto hacer la práctica más lenta si la sentís más confortable. Confía en lo que dice tu cuerpo.
2. La retención no tiene que causar tensión. Puedes reducir el tiempo de la retención o quitarla dependiendo de la práctica.
3. Ten paciencia. Trabajar la concentración significa que siempre vas a caer en tus propios pensamientos y frustración. La idea es con cada práctica reducir el tiempo que tardas en darte cuenta que te has distraído y volver a la práctica lo más rápido posible. Vas a notar que tu concentración mejora con el tiempo.
4. Busca una postura cómoda. No deberías estar pensando en tu postura durante la práctica.
5. Haz la práctica en el momento del día cuando tengas el suficiente nivel de energía para concentrarte y no quedarte dormida/o.
6. Si tienes congestión nasal u otros síntomas que te impidan realizar la práctica de respiración por la nariz puedes respirar por la boca practicando por ejemplo con la técnica Ujjayi.
7. Si te cuesta contar las rondas usa los dedos de las manos, o una mala para ayudarte. Es parte de la práctica estar presente.
8. Practica regularmente: para obtener los beneficios de la respiración consciente es importante practicar regularmente. Puedes empezar con unos minutos al día e ir aumentando el tiempo según te sientas más cómodo.
9. Disfruta. Si no te gusta practicar la respiración, hay un mundo muy diverso de otros tipos de meditación que puedes probar.
Recuerda que la respiración consciente es una herramienta simple pero poderosa para mejorar tu bienestar emocional y físico. Pruébala hoy mismo y descubre sus beneficios por ti mismo.